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05 abril 1992: Congreso reacciona

Publicado: 2012-01-23

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Por razones que nunca quedarán claras, cuando las máquinas decidieron revelarse contra el ser humano el 4 de abril del 1992, lo hicieron en horario de oficina.  De esa manera, la mayoría de la gente estaba en su trabajo y su primera preocupación fue llegar a su casa con sus seres queridos.  En cambio, los diputados y senadores del Perú fueron un caso distinto.  Los senadores se encontraban discutiendo el cambio de una coma en una norma que ya nadie recuerda, pero en lo cual por supuesto que nadie podía ceder.  La discusión se había prolongado por horas y había requerido que incluso los senadores cenen en su curul, pues en el momento en el que uno saliese de la sala todos los demás pedirían la votación.

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Los diputados, en cambio, estaban todos durmiendo en sus casas.  Cada uno había presentado una excusa distinta para no ir a trabajar ese día.  Algunas bancadas habían promovido incluso el uso de un pool de excusas rotativas por partido, de tal manera que se lleve el registro de los funerales a los que supuestamente tenían que acudir y las enfermedades que supuestamente sufrían.  Así luego, cuando se hacía el recuento de cuántos abuelitos y suegros habían muerto durante el año no hubiera cruces contradictorios. Ni qué decir de combinación de enfermedades que deberían de matar a un ser humano, si es que fuesen ciertas.

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Todo esto hizo que cuando las máquinas atacaran, los senadores tuvieran capacidad de reacción.  Los diputados, en cambio, se enterarían del cambio de gobierno dos o tres días después, dependiendo de los diarios a los que estuvieran suscritos desde sus casas.  Los drones mecánicos ni se molestaron en ir a buscarlos.

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No obstante, por razones que nunca se han aclarado, casualmente el ataque de las máquinas coincidió con que las Fuerzas Armadas se habían estado congregando para marchar hacia el Congreso.  La versión oficial es que habían descubierto el complot contra la humanidad y habían decidido luchar por defender a la democracia.  No hay otra explicación posible.

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Cuando la lucha se dio inicialmente frente a la fachada del Congreso y luego en las catacumbas del Museo de la Santa Inquisición, la atención de los drones mecánicos se desvió y le permitió a los senadores huir por la puerta trasera.  Se dividieron en grupos, pero el que históricamente hay que seguir es el liderado por Máximo San Román, que bajó por la caótica calle Paruro, por la cual los drones no los pudieron seguir debido al desastre que era.  Llegaron a lo que alguna vez había sido el río Rímac y de ahí se perdieron de la vista de sus perseguidores.

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Máximo San Román, haciendo gala de un liderazgo nunca antes visto, guió al grupo de senadores, ideó una estrategia de huida y de paso arregló dos televisores y un betamax en una de las tiendas de Paruro en las que se escondieron por unos minutos.  Además tomó nota acerca de un artefacto que inventaría luego para poder archivar información en un objeto del tamaño de una llave que se pueda enchufar a distintas computadoras personales.

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Todo mientras jugaba ajedrez mentalmente con Luis Alberto Sánchez y damas chinas con Abel Salinas.  Además de estar planeando una estrategia para la resistencia humana.


Escrito por

mildemonios

Economista con postgrado en periodismo.


Publicado en

Robojihad

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